Desde hace algunos años han ido surgiendo por toda España los llamados Markets, ya sean de diseño, artesanía, gastronomía o todos juntos, han permitido a multitud de pequeñas marcas, tener su lugar donde darse a conocer y vender sus productos. Esta práctica no es nueva, pues desde siempre han existido los mercados semanales y las ferias de artesanía que inundaban los espacios públicos de cada ciudad semanalmente. Podríamos decir que ha surgido una especialización de dichos mercados para dar al consumidor y al propio comerciante una experiencia diferente.
Un aspecto clave de ello es la ubicación donde se celebran. No vale cualquier lugar, debe ser especial y diferente, ya sea una antigua fábrica, una estación de tren o algún jardín o plaza con falta de uso en los últimos tiempos, el diseño de éstos los debe diferenciar e impartirles un carácter propio. Porque al igual que las propias marcas competimos por crear un producto único y original, estos eventos se han convertido en un elemento de consumo más, que compite con cualquier acontecimiento cultural o deportivo cada fin de semana en nuestras ciudades.
Para nosotros son oportunidades únicas de conocer el grandísimo talento que existe, y que se nos escapa en el día a día, al igual que para darnos a conocer de una manera mucho más directa. No obstante cada día surgen más, y nos vemos en la obligación de estudiar a cual acudir. Igual, eso también le suceda al usuario, y pase de ver su asistencia como una experiencia única, a sentir una cierta comercialización excesiva de un momento de ocio.
El concepto, el lugar, la oportunidad y las experiencias que se pueden vivir en un Market son únicas, pero como usuarios y parte activa de ellos, no nos dejamos de preguntar si son una moda pasajera o si estamos asistiendo a la consolidación, de una nueva fórmula de ocio, donde la cultura, la gastronomía y el comercio se unen en un lugar único como sustituto natural de los centros comerciales que conocemos en la actualidad.
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